Los creadores de la serie son Glenn Kessler, Todd A. Kessler, Daniel Zelman todos con una basta experiencia en series de tv de gran calidad.
No soy nada afecto a los "dramas familiares", pero en Bloodline aunque la trama central gira alrededor de la familia Rayburn las situaciones y conflictos toman nuevas dimensiones precisamente por el lazo familiar.
La primera temporada consta de 13 capítulos con una duración promedio de 50 minutos.
A medida que transcurren los capítulos uno va identificandose con cada uno de los personajes y descubriendo "sus demonios" personales y "los infiernos" que comparten como familia.
El elenco es un gran acierto, los personajes se sienten cercanos y reales, un razgo común en las series que logran atrapar a un buen número de espectadores y perdurar durante varias temporadas sin perder su calidad.
El elenco es un gran acierto, los personajes se sienten cercanos y reales, un razgo común en las series que logran atrapar a un buen número de espectadores y perdurar durante varias temporadas sin perder su calidad.
La trama se desarrolla de tal forma que por momento se cree en algo, después ya no, y después nos hace dudar de todos.
Bloodline no se parece a ninguna serie que haya visto antes, la empecé a ver si ninguna expectativa y desde su primer capítulo me engancho, la vi en menos de una semana y quede gratamente sorprendido con el final de la primera temporada. Es un hecho que bajo los nuevos esquemas los finales felices son cosas del pasado para las series de tv.
Antes del final del capitulo 13, cuando parece que la tempestad ha pasado, se presenta una situación que da pie a lo que será la segunda temporada, que sospecho girará en la premisa de que "la historia se repite".
Bloodline es una seria original de Netflix estrenada el pasado 20 de marzo de 2015 en la gustada modalidad de soltar todos los capítulos de un jalón.
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